lunes, 15 de mayo de 2017

ERRORES EN EL MODELO DE INTEGRACIÓN DEL NIÑO CON AUTISMO

El primer problema que nos encontramos es que en algunos centros en los que está escolarizado el niño con autismo no está preparado para tratarlo. A este niño se le coloca en una clase ordinaria donde o no hay apoyos o hay muy pocos. Los maestros en estas aulas no están cualificados para tratar con niños autistas y, al crear éste problemas y retrasos en el aula, tanto los familiares de sus compañeros como los propios docentes persiguen su cambio de centro.

El segundo error que cometen es, en lugar de ser integrado, colocarle en un centro de educación especial. La tercera opción que se les presenta a los niños con autismo es la de un aula de integración con dos profesores de educación especial encargados de atender a seis u ocho alumnos con vario perfiles. La cuarta opción, la adecuada, es la inclusión escolar real y de calidad.

Cuando nos encontramos con un niño de entre 2 a 4 años con autismo, la primera intervención que se debe hacer está relacionada con la comunicación y la autonomía personal. Es necesario que el niño tenga disponibles herramientas comunicativas verbales y no verbales y que tenga una cierta autonomía para ir al lavabo solo, comer solo, vestirse y desvestirse solo. Con la comunicación logramos reducir ciertos comportamientos como berrinches, frustraciones...., a la vez que facilita el manejo emocional y posibilita la educación.

Para poder llevar esto a cabo se creará un modelo de intervención adecuado al alumno. Por lo tanto el niño debe tener una intervención intensiva y centrada en sus necesidades. El objetivo es desarrollar al 100% su potencial.

En el aula en el que se encuentra el niño con autismo, todos deben implicarse. Cuando el niño ya ha adquirido las habilidades suficientes, comenzamos un proceso de integración global que no debe centrarse en el aula sino en otros contextos en el que el niño se vea involucrado como el recreo, el comedor... Al acceder a su clase, el alumno debe estar acompañado por un docente con la formación adecuada para que el niño disponga de una buena inclusión y, además, para que sus compañeros también sean formados.

En el siguiente paso, es importante consolidar aquellas habilidades adquiridas y el desarrollo de otras nuevas, además de asegurarnos de que no existen desordenes sensoriales que puedan alterar su percepción global. En el caso de que se de esta situación, es importante desarrollar un programa de integración sensorial, trabajar la motricidad y disponer de recursos suficientes para preparar al niño en la lectoescritura.

Durante los recreos lo más importante es trabajar la sociabilidad. Para mejorar la integración del alumno con el resto de sus compañeros, debe contar con la figura del monitor de patio para que le ayude a comprender el juego que se esté llevando a cabo y hacer partícipe al resto de los compañeros en su integración.

Comin, D. (2011, 27 de diciembre). Un mal modelo de integración escolar es perjudicial para el niño con Autismo. Autismo Diario. Recuperado el 15 de mayo de 2017 de https://autismodiario.org/2011/12/27/un-mal-modelo-de-integracion-escolar-es-perjudicial-para-el-nino-con-autismo/

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